Allí estás Abuela junto a tu ventana,
hilando eterna las cuentas de tu fe.
Allí coses las horas a tus recuerdos,
murmurando rezos melodiosos
que cantan cantos de primavera.
Allí vences la oscuridad,
Y allí espantas la tristeza.
En días de quietud al caer la tarde,
vestida de dignidad y de vejez,
tu cuerpo inmóvil por horas
en la silla junto a tu ventana,
te veo escapar a tu rincón vespertino.
Allí donde olvidas tu soledad,
allí donde tu luz calla el silencio.
En esa feliz jornada de nostalgia y añoranza
a los abriles en los brazos de tu madre,
al calor de los atardeceres con Abuelo,
a la morada permanente donde habita tu alegría,
allí estás Abuela junto a la ventana,
con los seres que asisten a cada tarde,
en el color y nitidez de tus recuerdos
al rincón que perdonó tu ceguera.
Allí están tus cuentas siempre tibias,
allí están tus tardes y tus ayeres,
tus rezos y tu sonrisa, Abuela,
y tú, por siempre en mi recuerdo,
junto a tu ventana.
Ocoxal