Ciudad

Fondos Congelados (1931), de Diego Rivera, en Museo Dolores Olmedo

Fondos congelados (1931), de Diego Rivera, en Museo Dolores Olmedo

Creí una vez ver en tu resplandor una promesa,
me engañó tu artificiosidad externa,
la elegante estética de tu fachada,
tu mágica envoltura de futuridad astral.
Pero la máscara ha caído,
aunque tus mentiras no se cansen de ensuciar el cielo.

Eres, como tus muros de cristal, espejismo de ilusiones frágiles.
Tus formas se disuelven en el infinito dominó de espejos
de aglomeraciones de ojos, que siempre apresurados,
pierden el alma corriendo de la mano de sus sacrificios huecos.
Son moles de lava humana,
maleza de horizontes fracturados;
en vano sueñan en latas y vagones disfrazados de progreso,
cuando escapan de hogares-jaula de plástico y cartón.

Nos has engañado con tus mediáticas promesas de éxito,
nos has vendido tu credo de modernidad e inclusión,
y pretendes que adoremos a los ídolos de tus escaparates,
sacralizados por luminosas etiquetas que recuerdan al pobre su pobreza.

Ciudad tus días pesan sin aire, tus noches no conocen las estrellas,
pero eres el último refugio de invisibles nomadismos de indigencia,
de siglos de desplazados, apenas una nota al pie de página
en las biblias de economía de lobos disfrazados de predicadores,
y buitres insaciables vestidos de banqueros.

Eres, Ciudad, tumba de abortadas esperanzas;
eres un museo al cambio, un babélico monumento al olvido,
un documento exquisitamente bello de páginas
escritas con la tinta barata de la marginación y la miseria.

Eres la desmemoria de la desesperación y la pobreza
de muchedumbres de brazos y espaldas
aplastados por las olas avasallantes
de la juventud y el hambre.
Eres mapa de caminos sin destino,
mausoleo de esfuerzos pisoteados.
Vicio y crueldad se anuncian en tus paredes
en el grafiti amargo de la frustración y la ignorancia.

Ciudad, tu vanidad es la de Ícaro, una advertencia a la fatalidad.
Eres el ojo ciclónico del delirio de la modernidad,
el espejo de una loca utopía
de dioses que olvidan que son hombres,
y hombres que olvidan que son polvo
y navegan sobre la alucinación de su soberbia
comerciando simulacros de felicidad.
Encuentro en tu frialdad la calidad dantesca
de un mundo infrahumano de muertos vivos,
que mecánicos habitan sus infiernos.

Ocoxal

Fondos Congelados (1931), de Diego Rivera, en Museo Dolores Olmedo

Fondos congelados (1931), de Diego Rivera, en Museo Dolores Olmedo

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