Uno no es lo que es por lo que escribe, sino por lo que ha leído
– Jorge Luis Borges
Cuando Frida Kahlo (1907-1954) señaló que había nacido en el año del inicio de la Revolución Mexicana, subrayaba su identificación con la sociedad naciente de la que era producto tras el derrocamiento de una larga dictadura. Más allá de su contribución al arte, Frida Kahlo participó en una revolución cultural, que por un lado traducía a la práctica los logros de la guerra y por otro miraba hacia los cambios sociales y avances científicos que contruirían la nación moderna.
La curiosidad intelectual y la seria conciencia social de la pintora fueron evidentes desde su adolescencia. Sus biógrafos se refieren al hábito de leer que compartía con el grupo de “los cachuchas” en la Preparatoria Nacional, a la que ingresó en 1922 a la edad de 15 años. Es difícil no apreciar lo que significaba formar parte de la primera generación de mujeres, un número muy reducido entonces, que rompía prejuicios y abría nuevos horizontes en un país todavía iletrado, en donde la educación había sido privilegio de unos pocos, en su mayoría hombres.
Literatura universal
Su biblioteca conserva los ejemplares (muchos en la lengua original) de algunos de los clásicos universales que debieron ocupar horas de estudio a la joven que aspiraba seguir una carrera universitaria: Homero, Esopo, Platón, Moliere, Balzac, Stendhal, Tolstoi, Dostoyevsy, Alarcón, Azorín, Henry James, Rómulo Gallegos y otros, además de la obra maestra de Proust, “A la Re cherché du Temps Perdu”, los Ensayos de Montaigne, las obras escogidas de Edgar Alan Poe, y las obras más conocidas de Gibran Khalil Gibran.
A los libros en prosa se suman un buen número de poemarios y antologías, también en varios idiomas, de muy diversos poetas tanto clásicos como modernos: Sor Juana Inés de la Cruz, Byron y los románticos ingleses, el francés Baudelaire y el americano Walt Withman. Pero predominan los contemporáneos: Carmen Conde, Ramón López Velarde, Enrique González Martínez, Paul Éluard, Rafael Alberti, Octavio Paz, Pablo Neruda y Elías Nandino entre otros, lo que muestra la familiaridad de la pintora con la poesía y los poetas de su tiempo, no pocos de los cuales tuvo la oportunidad de conocer personalmente.
Cultura mexicana
Frida estudió a fondo la cultura mexicana, su historia y su literatura a través de clásicos como Altamirano, Fernández de Lizardi, Manuel Payno y Vicente Riva Palacio. Su biblioteca aún guarda copias de El Zarco, Don Catrín de la Fachenda, Los bandidos de Río Frío y Memorias de un impostor respectivamente. También se encuentra una copia en traducción al inglés de El Indio de Gregorio López y Fuentes (ilustrado por Diego Rivera).
El estudio de México por ambos, Frida y Diego Rivera, con quien se casó en 1929, fue profundo y se complementó significativamente con la lectura de memorias y relatos de diversos autores. Destacan algunos como: Life in México de Frances Calderón de la Barca (1843); Six Months in México de Nellie Bly (1889); A Memoir of México de Leone B. Moats, (1933); Mexican Village de Josefina Niggli (1945); Paricutín (1945) y Mexican Tales (1946), ambos de Bernice Goodspeed; y House in the Sun (1949) de Abbie Dane Chandos. El relato de viajes no se limitó a México, ejemplos: Un turista en Brasil, de Cassats y Recuerdos de viaje del orientalista Conde de Gabineau.
Su colección acumuló una rica cantidad de fuentes de estudio con relación directa al trabajo de Diego, quien siendo ya un afamado muralista fue para ella un mentor. La biblioteca cuenta con una copia de Diego Rivera: His Life and Times publicado en 1939. Para Frida, el compartir con él la admiración por las culturas prehispánicas y su herencia debió hacer más profundo el deseo de recrear su identidad mestiza y sus raíces autóctonas, que tan singularmente promovió con vistozos y elegantes atuendos folclóricos y a través de sus cuadros.
Frida y Diego, en su apreciación de la cultura mexicana, habrían compartido agradables tertulias comentando lecturas como La linterna mágica, una colección de novelas de costumbres mexicanas; Música y sociedad en el siglo XX, Imagen del mexicano, El laberinto de la soledad de Octavio Paz en la versión publicada en 1950 en Cuadernos Americanos; o la Historia y Leyendas de las calles de México, que se encuentra hoy con sus libros de noche al lado de su cama.
Otros títulos que sobresalen como fuentes de referencia histórica son: La Familia Carvajal de Alfonso Toro, que describe las prácticas de la Inquisición a través de la vida de una familia de judíos; La fundación de México por Luis Castillo Ledón, Hernán Cortés en versión de Salvador de Madariaga y Cuauhtémoc de Joaquín Vázquez Rivas. Se suman Nombres de los Reyes de México, Compendio del idioma maya, Tlatelolco a través de los tiempos, Huejotzingo, Tlalocan, y Incidents of Travel in Yucatan del famoso John Lloyd Stephens, quien publicara su gran encuentro con la cultura maya en 1845. Están también Odisea en Bonampák por Enrique Franco Torrijos, el fotógrafo de Chichen-Itzá; México Pintoresco (varios estados); Twentieth century Indians (1941) de Macgregor, y relacionado al tema, An Archeological Reconnaissance of Norwestern Honduras (1938) de Jens Yde.
El estudio del México Independiente, cuyas figuras quedaron plasmadas en los murales de Rivera dejó a la biblioteca de Frida libros y documentos valiosos, entre ellos posiblemente algunos fueran de tiraje limitado; por ejemplo los de la Colección de documentos del museo nacional publicado por la SEP en 1927. Otros documentos diplomáticos e históricos tienen temas como: Hidalgo, Morelos, Hombres ilustres mexicanos, Maximiliano, La Guerra de Independencia, etc. Dentro del tema se encuentran las Cartas del Libertador, de Vicente Lecuna y pueden identificarse todavía ejemplares de Historia de México de Alfonso Toro, Apostillas Históricas de Manuel Romero de Terreros, México a través de los siglos de Vicente Riva Palacio, Viaje a los Estados Unidos de Guillermo Prieto, Historia de la Iglesia en México de Mariano Cuevas, Historia de la Revolución de Nueva España escrita por José Guerra y Breve historia de México de Alfonso Teja Zabre.
Las Ciencias
Frida expresó desde joven su deseo de estudiar medicina, pero el accidente del autobús en 1925 la dejó con serios problemas físicos y dolencias que sufrió el resto de su vida. Entre sus libros hay textos de matemáticas, geología, geometría, estadística y agricultura que la pareja habría usado para consulta; pero llama la atención la copia de Más allá del sol: La estructura del Universo (1944) del inmigrante húngaro argentino Desiderio Papp, autor de múltiples libros de ciencias que usaron generaciones de jóvenes latinoamericanos. Frida compartió con Diego su apoyo a la investigación científica, un ejemplo de ello fue su cuadro inspirado en Luther Burbank, quien impulsó la botánica con experimentos de hibridación logrando cientos de nuevas variedades de plantas. Diego ilustró el mismo concepto de los beneficios de la ciencia aplicada a la agricultura en su mural Hombre en el cruce de caminos (1934).
Es claro que Frida no abandonó por completo su interés por la medicina y siguió de cerca los avances de su tiempo, particularmente en cuanto al tema de la genética. Su biblioteca exhibe aún el cuadro del periodo de gestación que Frida usaría para algunas de sus pinturas. Hay un Compendio de Embriología Humana de A. Fischel y las obras completas de Paracelso, el genio del siglo XVI que revolucionó la medicina. Otros, Winckel’s Textbook of Midwifery, y Ramsbotham’s System of Obstetrics de William Keating describen métodos obstétricos.
Ciencias en la URSS, y La genética en la URSS de Alan G. Morton habrían inspirado el cuadro El marxismo dará salud a los enfermos, que se muestra arriba. Finalmente Noguchi, de Gustav Eckstein debió despertar un gran interés en Frida por tratarse de uno de los más importantes científicos de su tiempo. Hideyo Noguchi sufrió la pérdida de varios dedos de una mano y serias quemaduras en su cuerpo en un accidente de la niñez. Es posible que Frida sintiera una fuerte identificación con este inmigrante japonés que no obstante la deventaja física y la discriminación que le impidió la práctica de su carrera en su propio país, triunfó en el campo de la investigación en los Estados Unidos. No deja de asombrar la coincidencia de este caso y el de Orozco, ambos modelos de fuerza de voluntad ante los desafios físicos.
Los temas de su tiempo
La biblioteca cuenta con un considerable número de obras de contemporáneos que tuvieron gran influencia en la sociedad de su tiempo. Por ejemplo, de Ezequiel A. Chávez, quien fuera fundador de la cátedra de psicología en la Preparatoria Nacional, el libro De dónde venimos y a dónde vamos (1946). De José Vasconcelos, aún más conocido, Lógica Orgánica; y Ética (1932), de Vicente Lombardo Toledano, líder obrero y fundador del Partido Popular en México, cuyo libro examina el tema de la educación en las escuelas tanto elementales como de segunda enseñanza.
Frida no sólo vivió la Revolución Mexicana, sino además el impacto de la Revolución Rusa, la Primera y la Segunda Guerras Mundiales y la Guerra Civil Española. Su mundo estuvo lleno de refugiados políticos e inmigrantes como su propio padre. Muchos publicaron sobre los temas de la guerra y el exilio: España a hierro y fuego de Alfonso Camín, exiliado en México de 1936 a 1967; Hacia la segunda Revolución de Joaquín Maurín, español exiliado en los Estados Unidos y co fundador del POUM. Leutnant Bertram (1944) del comunista alemán Bodo Uhse, que peleó en las Brigadas Internacionales y también vivió en México, aunque brevemente, en 1949. Su novela trata sobre los nazis y un soldado de la Legión Condor que se pasa al lado republicano. Entdeckungen in Mexiko (1946) del judío checo Egon Erwin Kisch que se refugió en México entre 1940 y 1946.
A las manos de Frida llegó Spartacus (1951), la novela que el periodista Howard Fast inició en prisión tras haber sido encarcelado por McCarthy por que no quiso revelar los nombres de los benefactores que donaron dinero para los huérfanos de los soldados americanos que murieron luchando en las Brigadas Internacionales. También se encuentra La Guerra de las Salamandras (1936 ) en el que Karel Čapek, critica las dictaduras europeas. La hija del coronel (1931) de Richard Aldington, que nuevamente trata el tema de la desilusión de la guerra. Otro es el El crimen de Nuremberg (1954) de F.J.P. Veale, (en inglés Advance to Barbarism, 1948) que critica la guerra y sus consecuencias. El libro del sueco A. Wenner-Gren, Call to Reason (1938) apelaba por encontrar el camino de la moderación para construir una sociedad mejor. Y de Yuri Suhl One foot in America (1950), sobre la experiencia de los inmigrantes y su llegada a los Estados Unidos en los años veinte.
Liberación sexual y feminismo
Frida rompió con los prejuicios tradicionalistas de la generación de su madre rodeándose de amistades y modelos de mujeres que desafiaron los estereotipos existentes. De las biografías que pueden encontrarse entre sus libros hoy destacan Catalina la Grande, Isabel de Inglaterra, Lucrecia Borgia, Catalina de Aragón y Catalina de Medicis. Es obvio que la literatura de y sobre mujeres no era prolífica en su tiempo, sin embargo hay evidencia de que Frida buscó modelos afines a ella. Están Such Sweet Compulsion (1938), una autobiografía de la actriz y cantante de opera Geraldine Farrar. Pero probablemete de mayor interés para la pintora fue la autobiografía de Margaret Sanger (1938), considerada una de las primeras feministas activistas pues dedicó gran parte de su vida a promover el derecho de la mujer al uso de los anticonceptivos.
Como Frida, algunas se atrevieron a romper las trabas que reducían el mundo de la mujer a las tares domésticas. En esta lista están Nellie Campobello, quien con su novela Cartucho (1931) se convirtió en la única mujer de su tiempo que publicó sobre la Revolución Mexicana; y la poeta española republicana Carmen Conde, autora de Mujer sin Edén (1947), un poemario en donde Conde toma la voz de Eva y otras figuras bíblicas para interrogar a Dios sobre su papel desde la perspectiva de la mujer. Pero en cuanto al tema de la liberación sexual Frida buscó todas las perspectivas; algunos ejemplos son Once mujeres en la vida de Casanova (1941) de John Erskine, autor de The Moral Obligation to be Intelligent and Other Essays (1915), El Marquéz de Sade y la Europa del siglo XVIII y XIX: Psicopatía de una época y fin de una sociedad, y Tropic of Cancer (1934), de Henry Miller, quien ilustra ampliamente la práctica de la sexualidad en una sociedad que busca vivir sin prejuicios.
El arte
La biblioteca de Frida exhibe decenas de volúmenes en varios idiomas de los clásicos de la pintura universal. Es posible que algunos de sus libros fueran herencia de su padre, Wilhelm Kahlo, y de la etapa en la que aún adolescente, Frida trabajó como grabadora para ayudar a la familia, lo que le acercaría desde temprana edad a Durero, Cranach, Daumier y Bruegel (en flamenco). En una de las notas de su diario escribiría:
Hyeronymys Bosch murió en Hertongenbosh año 1516. Hieronymus Aquen alias Bosch pintor maravilloso quizá nació en Aachen. Me inquieta muchísimo que no se sepa casi nada de este hombre fantástico de genio. Casi un siglo después (menos) vivió el magnífico Bruguel, El viejo, mi amado.
Se suman visiblemente a la lista Masolino da Panicale, Van Gogh, Degas, Dessins, El Greco, Velázquez, Rembrandt, Goya, De Vinci, Michel Angelo, Cezanne, Chagall, Van Dyck, Picasso, Segantini, Foujita, Pettoruti (1892-1971) Derain, Portinari, etc.
Además de los textos sobre artistas particulares, abundan en su biblioteca las antologías por país, escuela, estilo, o periodo, desde la etapa primitiva hasta la vanguardia, que no se limitan a la pintura occidental: L’Art Prehistorique, Art of the South Seas, Indian Art, Documentos de Arte Colonial Sudamericano (Bolivia), Machine Art, L’Art en Grece, Deutscher Barok, Histoire de la Peinture Moderne, Las Escuelas de pintura, Medieval American Art, Anthologie de la Peinture Francais 1900 a nos jours, Les Artistes Nouveaux, El arte cubista, Contemporary Mexican Artists, etc.. A estos se suman algunos de referencia y sobre técnica y otros varios como Esmaltes y Hierros Forjados.
Es evidente que el interés por el arte que unió a Frida Kahlo y a Diego Rivera enriqueció su agenda y círculo social. La biblioteca contiene publicaciones de diversos museos sobre exhibiciones de tema o artista específico. Asímismo sobre los temas de arquitectura y escultura, que como muralista fueron esenciales para el estudio de Diego. Algunos ejemplos son: The New Architecture in México de Esther Born, Revue Generale de Architecture (1849- 50), Arquitectura y lo demás, The Architectural Record, Cátalogo de construcciones religiosas (los volúmenes aparecen por estado) Arqueología Agustiniana, de J. Pérez Barrados, etc.
La política
Además de clásicos como La mente del hombre de estado de Machiavelo, los libros de Frida sobre política ilustran su ideología anti-imperialista y marxista. Los más visibles son Correspondencia secreta de los principales intervencionistas mexicanos 1860-1862; Doctrina Monroe; La verdad acerca de los diplomáticos norteamericanos, la novela Hijo de Salitre de Velodia Teitelboim (1952) sobre el movimiento obrero en Chile y otros. A estos se suman Izquierda de Rosendo Salazar; La Batalla de Rusia de André Simone; Religion in the URSS, de Yuroslowsky; y muchos escritos por Lenin y Marx: Critique of the Gotha Program, V. I. Lenin; The Tasks of the Proletariat, V. I. Lenin; I. Stalin, V. I. Lenin; El Estado y la Revolución y The Paris Commune ambos de V. I. Lenin; Socialism and War, de G. Zinoviev and V. I. Lenin; Sobre la literatura y el arte, C. Marx y F. Engels; 5 años en la URSS, Angel B. Batalia; Soviet Philosophy, Somerville; La industria de la URSS, E. L.; La Epopeya de Stalingrado, V. Grossman; Behind the Moscow Trail, Max Shachtman y algunos otros.
La cuantiosa colección de libros y documentos que forman la biblioteca de esta reconocida artista muestra la vitalidad intelectual que informó su percepción del mundo y del arte. Además de ilustrar su ideología política y su pasión por la cultura mexicana, la biblioteca hace evidente su familiaridad con la cultura occidental y la historia universal, su gusto por la poesía, su curiosidad científica, su búsqueda de modelos femeninos en quien inspirarse y su interés por las políticas, corrientes y figuras transcendentales de su tiempo.
En una era de cambio y ebullición social los libros debieron ser más que un oasis reconfortante para Frida; una mujer que buscó abrir nuevas fronteras para su sociedad y comprendió los retos que enfrentaba su época. Además de pintora, Frida Kahlo fue una de las intelectuales más admirables de su tiempo. Su sensibilidad artística supo traducir parte de su universo al lenguaje de sus obras. Este comentario general, basado en una observación poco exhaustiva de los libros que son visibles hoy al visitante de la Casa Azul, es sólo otra pequeña ventana a ese universo.